jueves, 16 de septiembre de 2010

Viva México

Juro por todos los dioses que no fui con intenciones de dar el grito. Me invitaron a ver el desfile y  mi curiosidad como psicólogo social me obligó a introducirme en el fenómeno colectivo del bicentenario con fines cien por ciento científicos. Tengo que admitir que al principio, el plan era ir, ver el desfile e irme.  El taxi me dejó en Buenavista, a partir de donde había bastante tráfico. Tomé el metrobús dos o tres estaciones (literalmente: nos bajaron en tabacalera), porque la ruta del metrobús estaba cerrada, y el resto fue caminata. Era como un festival de rock sobre avenidas importantes. No había visto tanta gente desde que Juan Pablo II vino a México. Caminé hasta Reforma, y de ahí hacia el Zócalo por no sé qué calles. Había escenarios y stands de televisa aquí y allá. Pantallas transmitiendo artistas, barreras, y gente atestada para ver el desfile que pasaría por en medio de la avenida. Me llevé un plano del Centro Histórico (cortesía de Google Maps) para saber más o menos por dónde andaba y  me lancé en una odisea por obtener acceso durante casi dos horas. Nos negaron la entrada 'n' cantidad de veces con el argumento de que "los accesos al Zócalo están cerrados". Como difícilmente aceptamos un 'no' como respuesta, rodeamos casi todo el Centro y al final entré por 20 de Noviembre. Fue toda una trayectoria (sería interesante anexar un mapa en esta entrada), las calles estaban llenas de gente y comercios de casi todos los tipos. Observé jóvenes, padres y niños; extranjeros, latinos, mestizos, asiáticos y quizá uno que otro gachupín. Se vendían nieves, accesorios patrióticos, banderillas, gorditas de la villa, ho'chos y hamburguesas, panqueques,  Al final, gracfias a una oportuna visión de un pequeño pasaje, logramos introducirnos. La iluminación no fue tan impresionante como contaban. Varios conocidos  me la habían recomendado anteriormente pero yo sólo vi lo mismo que en años anteriores. Quizá el penacho gigante y la pirámide azteca sobre la pared de uno de los eidificioes del zócalo establecían una diferencia; sin embargo, a pesar del penacho sobre uno de los edificios, todo se veía igual que el grito pasado. }
El centro estaba atascado, nos fue imposible cruzar la plancha. Había diversos sets de iluminación típicos de escenarios para conciertos y algunas pantallas. Las estructuras no me permitían ver nada de lo que ocurría. Éso, aunado al hecho de que no veía bien, provocó mi pronta desesperación. Ya estaba molesto desde hacía rato, pero no sabía bien a bien por qué. ¿Era el hambre? No, comí y seguía molesto. ¿Era lo mucho que faltaba para que pudiera ver el desfile? Lo dudo, la realidad era que me molestaba la gente. Pan y circo para el pueblo, como los romanos. Y era el pueblo, enajenado, quizá consciente, quizá inconscientemente, lo que me tenía mal. Eran los policías formados aquí y allá; era la posibilidad de que pasar algo, o peor: de que no pasara nada. De que el pueblo mexicano siguiera igual, como si nada hubiera pasado, después del grito. Me quise enojar por el abuso de comercio del bicentenario: las banderitas, las mohicanas tricolores; pero no pude, tal y como dice mi profesora de filosofía: "la gente tiene que arreglárselas de alguna forma". Observé banderas en las camisas y paliacates. Me pregunto si no nos convertiremos algún día al gringotismo, los estadounidenses llevan a su bandera hasta en los calzones. Se dicen ser más patriotas, aunque irónicamente carecen de una historia y riqueza cultural como las nuestras. Me quise enojar de que nadie estuviera haciendo caso a la cadena que circuló por facebook: "Vamos a dar silencio por México". Cuando la leí, supuse que al presidente no le importaría que nadie lo acompañara aquél día en el Zócalo. De todas formas, ¿no estuvo dejando recados de que lo mejor era quedarse en casa a ver el grito por televisa o tv azteca? Pero ahí estaba toda esa gente, o no quiso hacer caso, o no sabía. ¿Cuántos de ellos tendrían acceso a dicha cadena? No era coherente molestarse porque siguieran una tradición de toda la vida: ir al Zócalo a gritar ¡Viva México! tal y como yo lo grité hasta el año pasado.
El desfile llegó al fin por ahí de las once de la noche. Y fue entonces que tuve una pequeña visión del por qué, quizá, sí había algo que celebrar. Reprimidas, olvidadas, discriminadas o aún sobre-explotadas, aún quedan entre nosotros vestigios de las culturas que se volvieron libres de España. Los pueblos indígenas permanecen, aunque muchos ya se han disuelto o han entrado al eterno proceso del mestizaje. Cada carro alegórico, cada penacho, cada vestido me hizo entender que probablemente sí fue lo mejor liberarnos de España. Es cierto: aún nos conservamos como esclavos de un nuevo maestro. Ya llegará el tiempo en que nos libremos de las cadenas para bien. Espero esta vez para siempre, espero.
Terminó el desfile, levantaron el Coloso (cuyo rostro no logré reconocer) y Calderón gritó ¡Viva México! Esperaba a la gente enardecida, esperaba lo que se espera sentir en un partido de fútbol, en una manifestación, en un concierto; pero tal emoción, nunca llegó. A pesar de que la voz amplificada del mandatario hzo que un escalofrío me recorriera la piel (desconozco por qué, no soy fan de Calderón), el pueblo no se emocionó como yo esperaba. Al menos la mitad se limitó a grabar el grito con sus cámaras y celulares. Vi a varios que tampoco dijeron nada. Yo no grité, me quedé con los brazos cruzados. Los demás ni se dieron cuenta. En menos de dos minutos, el presidente ya estaba fuera de alcance para cualquier atentado, e inmediatamente comenzaron los fuegos artificiales que se disparaban desde la catedral. Realmente me pregunto si hace cien años, Porfirio Díaz no pudo haber organizado algo mejor.
Eso fue todo: conciertos, ambulantes, fuegos artificiales, un coloso (al cual no desdeñaré: quedó bien), un grito de cuatro minutos, y un desfile que -realmente- diría fue lo único que valió la pena. A pesar de la parafernalia policíaca (que bien, daban pie para pensar que en cualquier momento se podía dar otro fuego cruzado como en el sesenta y ocho), no pasó nada. Yo guardé mi silencio y disfruté de un buen espectáculo alegórico. Yo creo que eso es México: las culturas que todavía aguantan, la gente que se despierta de la realidad provista por televisa y tv azteca, los que guardamos silencio no por sostener un celular, sino porque conscientemente decidimos ignorar el grito magni-amplificado del presidente. Una vez terminados los fuegos artificiales, el pueblo de México se retiró como si el grupo al que habían venido a ver se hubiera ido del escenario. Dentro, muy dentro mío admito, que si en vez de Calderón, pudiera ver emocionado que nuestros verdaderos padres hizaran la bandera de nuevo; aún con tendencias e intenciones, si Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, Guerrero, Sor Juana, Zapata, Madero, Villa, Cuauthémoc, Nezahualcóyotl, y todos aquellos que verdaderamente buscaron un México un país un poco más justo, nos recordaran el por qué de su lucha; quizá entonces volvería a gritar como cuando era niño. Tenemos un pueblo bastante herido y anestesiado. Para volver a luchar por una patria verdaderamente independiente, necesitamos volver a sentirla, necesitamos vover a sentir. Aún imperfectos, que los habitantes reclamemos un motivo mejor para festejar. Aún sabiendo que nos volveremos a equivocar (pero quizá esta vez de una mejor manera), que los que deseen un México libre lo griten, que lo vivan y que lo sientan. Viva México, todavía quedamos algunos despiertos, esperando para gritar de nuevo. Viva.

5 comentarios:

  1. Curiosidad como psicologo social????.....

    En algun momento yo tmbn pense que este grito podria ser diferente, que esta vez el pueblo se haria notar por no hacer lo de siempre y pense esto aunque yo formaba parte del festejo.
    Aun asi estaba segura de que no pasaria nada, de q todos se reunirian en el zocalo, y gritarian y aplaudirian por que es mas facil hacer esto que cuestionarse.

    Y si yo si me emocione en gran parte por motivos personales pero tambien me hizo sentir orgullosa todo lo que engloba Mexico y se parte ello.

    Tienes razon dejamos de sentir....

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  2. Caray!!! La verdad es que me encantó la manera en que describes a detalle la travesía que viviste para llegar hasta un sitio más o menos adecuado en el Zócalo, pero lo importante del caso es aquí el mensaje que nos dejas.
    Yo tampoco di el grito, y fue más que nada por impuntualidad que por ganas, yo celebro el inicio de la Independencia más no la libertad del país en la actualidad, cosa que no existe, pero, aunque suene muy idealista, coincido en que ojalá algún día la gente vibre y se entusiasme cual niño al momento de gritar ¡Viva México! Pues la esencia y el espíritu mexicanos va en decaimiento por tanto problema económico y social. Gracias por compartir tu experiencia Orisai! Te quiero!!

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  3. Yo vi un poco del desfile por TV Azteca, pero me descubrí viéndole el escote a las conductoras guapas en más de una ocasión, así que paré.

    Nunca me han gustado las muchedumbres, ya convivo demasiado con ellas en los conciertos a los que he ido; ciertamente no me dieron nadita de ganas de ir al Zócalo o siquiera a Reforma a mirar el desfile. Pero tu crónica me entretuvo bastante, y de paso confirmó todas mis sospechas acerca del evento. En fin.

    Saludos.

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  4. Hola soy Paulina!!!
    ME GUSTÓ MUCHO LO QUE ESCRIBISTE ... Y BUENO CREO Q ESTOY DE ACUERDO EN QUE FALTA QUE LA GENTE SE DESPIERTE Y QUE POR UNA VEZ NO QUIERA SER ANESTECIADA. RECORDARNOS QUE AL SENTIR ALGO, SEA BUENO O MALO, ES COMO SABEMOS QUE ESTAMOS VIVOS Y QUE MIENTRAS SEA ASÍ HAY ESPERANZA Y COSAS POR HACER PARA MEJORAR...

    TQM

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  5. Para empezar....Me gusto!
    Me resulta sumamente interesante que nos contarás a detalle tu paso por la celebración del bicentenario, y me parece conveniente resaltar algo de lo que entendí de tus palabras:
    Lo que me hace pensar que todo en mi país vale la pena es su cultura, su gente, sus tradiciones y creencias.

    te imaginó de pie en medio de la plaza contemplando el fenómeno, y a pesar de que yo lo viví diferente y creo no me fue tan mal, mis espectativas no fueron cumplidas.

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